lunes, 24 de junio de 2013

…y Alfredo Pérez “Rubalgato”, su fiel acompañante.



Rafael Juan Ruiz
Colectivo Prometeo.
     Mi amigo Juan Rivera nos escribía el otro día (1) sobre las ilusiones (también llamadas en el argot coloquial “pajillas mentales”) que Mariano in the Wonderland (imaginaos esto pronunciado por su “fuego amigo” José Mª Aznar) se hace a diario, junto a su cohorte de ministras y ministros y asesoras y asesores, después que de sus amos, los bancos, Telefónica, las eléctricas, las petroleras, las armamentísticas y un largo etc., le vayan marcando el camino que tiene que seguir. Es una dura tarea.

     Y claro, hablando con Juan el otro día, coincidíamos en que el cuento del País de las Maravillas podía quedar “cojo” si no hablábamos del otro personaje, el secundario, el que ha tenido la mala suerte de no poder ser el principal en esta película, pero que, como pasa en el cine, a veces es tan importante o más que la estrella del film. Rubalcaba es fiel heredero de aquél que no veía la crisis aunque le estaba pegando bofetadas a bocajarro, de aquél que todos los días veía brotes verdes incluso en días de nieve. Rubalcaba ha recogido el papel de “gato de Alicia”, aquel papel que tenía Zapatero. Aquel que, en agosto de 2011, de la mano de Mariano, cambió la Constitución española para endeudarnos traicionera e ilegítimamente. Y, a continuación, entraron juntos en el País de las Maravillas. Aquel en que sólo viven unos pocos, en el que evitan que entre cualquier distorsión para su realidad. Y desde el que, para ellos y sus señores vivir cada día mejor, nos dan las instrucciones que nos obligan a malvivir a la mayoría de la población.


    Rubalcaba está tan pancho. Apoyado en la absoluta muerte cerebral de su partido, que está más grogui que un contrincante de Mike Tyson, no se atreve a discutir ninguna de las duras, drásticas, injustas, dolorosas medidas de Mariano. Es conocedor de que no tiene fuerza, ni moral ni física para poder hacerlo. Sus protestas llevan un tono bajo, casi pidiendo perdón por hacerlas. Son algo así como si dijera: “Mariano, tío, un poco más flojo, que la gente está cabreada”. Pero poco más. Sabe que en cualquier momento cualquiera puede tirar de documentos, recortes de periódico, compromisos, y dejarlo en mal (peor) lugar.

    Las encuestas las lee porque no tiene más remedio. Ni siquiera el hecho de que el PP caiga en picado le satisface, porque ellos andan aún más atrás. Cada vez que alguien en el partido abre la boca, es para abrir una nueva brecha. Pepiño, además, le recuerda cada día que, sobre temas de corrupción, al menos por el momento, mejor no levantar mucho la voz. Y si un día le entran unas ganas irreprimibles de hacer oposición, la jueza Alaya le quita las ganas. ¡Qué papelón!

    Siguiendo también a su antecesor, parece ser amante de esa cosa hueca que llaman “Pacto de Estado”. Ese acuerdo que, cada vez que se hace, es para dar una vuelta de tuerca más en nombre de la “responsabilidad” y “las alturas de miras”. Acuerdos que significan que tanto gobierno como principal partido de la oposición van a decir amén a cuantas ocurrencias vengan de la Troika. Esta vez, el único que ha faltado en la foto ha sido el Borbón. Pero es que al pobre sus amigos banqueros le han debido decir que esta vez mejor que se quede callado. Que por allá donde va él y su familia, los abucheos suenan en kilómetros.

    Mientras tanto, las gentes de este país, ajeno a las maravillas, cada día ven empeorar sus condiciones. Y van enterándose de que la justicia en el País de las Maravillas es distinta a la de su país. Que los notarios y los DNI allí funcionan de una manera extraña. Que el que roba allí ni devuelve ni va a la cárcel. Pero que, aquí, en el país normal, cada día 162 personas pierden la ayuda por dependencia. Que las becas se las tienen que ganar los/as estudiantes sacando matrículas de honor y si no, no pueden estudiar porque los precios públicos son prohibitivos. Que el desempleo es traumático y que les quitan las casas por no poder pagar las hipotecas. Y estas gentes están a punto de estallar. De hecho, muchas ya se están organizando y rebelando ante los habitantes de ese país de las maravillas. Y, no se sabe bien, pero la cosa pinta que va a haber pelea. En otros sitios (Brasil, Grecia, Italia) la gente está igual.

    Por cierto. Se cuenta que cuando Mariano bajó la última vez al País de las Maravillas fue porque le prometieron que allí había curro. Pero, pobre Mariano. Lo que se encontró fue a Curro, a Francisco I, el Papa de la iglesia católica, que, según parece, lleva instalada allí toda la vida y, por lo tanto, ha escriturado el País de las Maravillas a su nombre por ¡30€! Solo tuvieron que decir que allí vivieron Adán y Eva y, los notarios, les registraron la propiedad.

Cosas veredes, amigo Juan.
 (1) Artículo " Rajoy en su País de las Maravillas..." . Colectivo Prometeo. Viernes 21 de junio

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