domingo, 13 de julio de 2014

Los intereses generales

 
                                 El músico Ariel Rot muestra su apoyo al Rey Heredia
JOAQUIN PÉREZ AZAÚSTRE
Escritor
Fuente:Diario Córdoba 
    "Obligado por los intereses generales", el Ayuntamiento está empeñado en cerrar el colegio Rey Heredia. Lo ha intentado explicar Miguel Angel Torrico, portavoz del gobierno local, tras decidir abrir la vía penal contra sus ocupantes, agrupados en la Acampada Dignidad. En un intento de aportar un razonamiento, refiriéndose a esos fantasmales "intereses generales", ha explicado Torrico que no se corresponden "con los de quienes, con la patada en la puerta, han ocupado un edificio que es de todos los cordobeses". Por lo visto, "el Ayuntamiento venía trabajando desde el verano del año pasado para ponerlo a disposición de los vecinos para un uso participativo y social". Llama la atención la forma verbal empleada, ese "venía trabajando" tan esperanzador.
     El colegio Rey Heredia, como el viejo polideportivo y otros cadáveres urbanos, iba a convertirse en otra representación sin actores, sin escenario ni texto de una obra con drama y sin butacas. Dice Torrico que el Ayuntamiento "venía trabajando", pero la Acampada Dignidad ya se puso hace bastante tiempo. El inmueble no ha acabado convertido en una ruina más no porque el Ayuntamiento "viniera trabajando" en no sé qué proyecto dilatorio, destinado al fondo evanescente de un cajón, sino porque los colectivos vecinales, estos meses, han dado cien comidas diarias, han montado una biblioteca propia y talleres de formación y educativos, una radio, una ludoteca con juguetes para los niños, además de la programación de encuentros para desempleados y otras tantas actividades, orientadas a fortalecer la autoestima de quien la está perdiendo.
    Las asociaciones alegan la verdad: que el edificio, que estaba completamente abandonado, es de titularidad pública, que le han dado un uso social, de apoyo a los ciudadanos, y que no ha sido, ni es, ninguna residencia Pero nada de esto parece encontrar eco en el Ayuntamiento, que parece haber hecho una causa personal del desalojo, basándose en esos supuestos "intereses generales": estamos, entonces, ante el proyecto de la destrucción, que es una especie de ambición del vacío travestida de legalidad. En primer lugar, no ha habido ninguna patada en la puerta: al contrario, ha sido esta ocupación pacífica la que ha impedido que el inmueble se convierta en otro vertedero más, en un nuevo marasmo de inmundicia, como cada vez que se abandona un edificio público. En segundo, esta gente no ha pedido nada: ni una subvención, ni una ayuda. Nada. Todo lo están haciendo con colaboraciones, participación, en la generosidad entendida como punto de encuentro; y lo único que piden es que les dejen seguir haciéndolo. En tercer lugar, frente al "venía trabajando" del Ayuntamiento, la Acampada Dignidad es una realidad, constatable desde hace más de medio año, que ha devuelto eso, una dignidad, y también su belleza, al espacio y su oxigenación
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    Quienes hemos pasado por allí sabemos que no es ningún centro de guerrilla antisistema, ni de anarquismo revolucionario, sino unos ciudadanos que, ante el desmoronamiento moral, han tomado partido y actúan directamente, sin intermediación. Cuando los representantes políticos no cubren nuestras necesidades, ¿no es lícito que los ciudadanos busquen su propio marco de actuación? Aquí se esconde, creo, parte de la motivación del Ayuntamiento por cerrar Rey Heredia: que estos colectivos, limpiando las clases, dotándolas de contenido, formando comedores sociales, pintando las paredes, recogiendo los ordenadores donados por particulares para el aula de informática, han demostrado que no lo necesitan. Que frente al "venía trabajando" terminado en la nada, en el centro Rey Heredia sí hay un verdadero proyecto de ciudad, pleno y en marcha.
    El principio de legalidad no debe asirse como el bastón despótico de la soberanía. Casi parece que hubiera un interés oculto en su derrumbe. Porque si lo que quieres, se supone, es un centro cívico en el viejo colegio, y ya hay una gente que lo ha montado por ti, que le ha dado sentido y apoyo ciudadano, vete por allí, date un paseo, huele y toca. Siéntate con ellos, mira y empápate. Porque a lo mejor descubres que, donde acaba la letra pequeña de la ley, empieza el humanismo y su respiración.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dignidad, razón, progreso, solidaridad, libertad, justicia, verdad. De eso es de lo que versan estas palabras.
Un fuerte abrazo a todos los que son los "otros" humanos que con su ejemplo demuestran que otra humanidad es no solo posible sino necesaria, dejando en el más absoluto ridículo e ignominia a aquellos que describen al ser humano como violento, competitivo y agresivo en esencia.
Vosotros sois los fuertes, pues creais bondad en un mundo donde nadie tiene cojones a hacerlo!
Los violentos son los debiles por creer, como ignorantes sufridos por el capital, que la fuerza hace al fuerte.